viernes, 24 de abril de 2009

miércoles, 15 de abril de 2009

Pascua 2009

Desde hace ya más años de los que recuerdo, creo que desde 1989 –jups, como pasan los años-, celebro la Semana Santa de una forma algo distinta a lo habitual. Junto con un grupo de jóvenes que hemos ido madurando a lo largo de este tiempo –también se le podría llamar “envejecer”, jejeje- nos retiramos del mundanal ruido propio de estas fiestas a la Casita, una granja-escuela que está en Casas de Juan Núñez, a intentar vivir la Semana Santa, a lo que se viene llamando una Pascua Joven.


Desde hace ya tres años Raquel me acompaña, y se ha enganchado hasta el punto de haber sido ella la que este año ha tirado de mí para asistir, ya que yo no estaba demasiado animado. Gracias Raquel, cariño.

La alegría, la fraternidad, la esperanza, son los sentimientos que más se dejan percibir en estos días. Personalmente, también experimento la satisfacción de ver a las chicas y chicos que he acompañado como catequista convertidos en personitas adultas, responsables –algunos ya han terminado sus carreras- y capaces de asumir el reto de impartir una catequesis o de decorar la ermita.




¿Qué se puede decir de esta forma de vivir la Pascua? Pues, sobre todo, que es nuestra forma de hacerlo. De la mano del cura, Javier, celebramos la cena del Señor, la pasión y la Vigilia Pascual. Pero además, recibimos catequesis, rezamos laudes y vísperas, cantamos y convivimos en un ambiente muy de familia, muy de amigos íntimos.

Cada año, cada uno vive la Pascua de forma muy distinta. Nuestras realidades han ido cambiando a lo largo del tiempo: de casi niños para los que la Pascua es una forma de escapar por unos días del control de los papás, hasta los más mayores que la viven con el cansancio y el esfuerzo que supone dejar la comodidad de su casa. Entre medias, los que han aprendido a ser papás, los que vivimos el eterno complejo de Peter Pan (entre los que me incluyo, qué narices), los jóvenes que están despertando a la vida adulta… todos vivimos la Pascua juntos.

De esta Pascua 2009, me quedo con el mensaje de la catequesis de la Esperanza, que dio Mariado: no pararse. A lo mejor este año ha sido para mí un año de parón –a nivel de fe- y, a lo mejor, tengo que volver a ponerme en marcha. Ya he quemado la etapa de mi vida como voluntario de la Hospitalidad y es tiempo de ir buscando un nuevo sitio donde poder aportar lo que buenamente pueda. No sé porqué, algo me dice que volver a ser catequista es una opción que no debo descartar, pero decidirlo tan temprano me parece un poco precipitado. De momento, me dedicaré a ir arrancando, poco a poco, a ir recargando las pilas que tan gastadas se habían quedado, hasta que encuentre dónde poder aportar algo. Gracias, Maríado, por el mensaje. :)

El otro mensaje que me quedó lo dio Javier a lo largo de toda la Pascua: la fe, ya que tenemos la suerte de compartirla y de compartir la convicción de cómo se debe vivir, debe ser algo de pareja, de común acuerdo. Que Raquel y yo debemos ir animándonos el uno al otro para no dejar de lado las misas de los sábados ni las reuniones de los viernes. Que juntos lo haremos mejor, como en todo.



Una de las mayores alegrías es ver a los amigos con los que, por vivir en ciudades distintas, sólo coincidimos de Pascua en Pascua: vienen de Castellón, de Gandía, de Ciudad Real, de Madrid, para vivir esta experiencia que es lo único que tenemos en común.

Una de las actitudes que más proliferan estos días por la Casita es el servicio. Cada uno se responsabiliza de ayudar a los demás en todo lo que puede, ya sea preparando la ermita, limpiando las mesas o sirviendo la comida. Y se hace con alegría y sin escaquearse. Como debe de ser, oiga.


La Pascua ha estado presente en mi vida desde que recuerdo. La Pascua vivida como experiencia de oración, de fraternidad, de alegría, de esperanza… ha sido mi motor en las dificultades que me he ido encontrando, y la que me ha hecho ir madurando mi forma de ver la vida y de intentar vivirla. Me ha enseñado que no soy mejor que nadie; que se puede vivir desde el servicio; porque ser cristiano es más que celebrar, es servir; que el bueno humor, y la alegría, son consecuencia de haber aprendido que Dios nos quiere sin límites y sin condiciones.

¡RESUCITÓ!

lunes, 6 de abril de 2009

El Rey de la Faba

El sábado pasado, 4 de abril, Raquel y yo, en compañía de Pepe y Moncho, tuvimos la oportunidad de vivir una celebración muy especial. Algo que creo que no se ve todos los días y que merece la pena contar.

Para ello nos desplazamos hasta Olazti, a 640 Km de nuestra amada tierra. Normalmente, hubiéramos llegado en unas seis horas, pero al ir tan con un coche tan megacargado, que nos obligaba a ir a una velocidad más reducida de lo normal, y gracias a un error del navegador, invertimos la friolera de casi ocho horas en llegar a Funes, el pueblo donde dormíamos, en casa de Moncho.

Olazti, que es el pueblo donde teníamos que acudir, celebraba la fiesta del Rey de la Faba, que recuerda la bonita historia de cómo los Teobaldos acogían a los niños más pobres de la localidad donde la Corte Real se asentaba en cada momento, para, con ocasión del Día de Reyes, el 6 de enero, invitarlos a comer. A cada uno se le daba un trozo de Roscón, y aquel que encontraba la “faba”, la alubia, era coronado rey por un día.

Una historia preciosa, que se ha querido hacer realidad en nuestros días, conectándolo con la ceremonia de coronación real de los Reyes de Navarra, cuya acta se conserva en la Diputación de Navarra. El organizador ha sido Muthiko Alaiak. Para ello se eligió a un niño de Olazti, y se le hizo protagonista de esta celebración. Pero no fue el único, ya que un buen grupo de niños de Olazti hicieron falta para recrear las Cortes de Navarra, la comitiva Real y toda la parafernalia que un acontecimiento de tal calibre conllevaba.

A lo largo de la mañana, compartimos con los niños juegos, tiro con arco, esgrima y un ambiente de alegría y entretenimiento. A eso de la una y media de la tarde, ante el niño que este año ha sido agasajado como Rey de la Faba, Pepe y yo desarrollamos un combate de demostración de espada y escudo y de espada de mano y media, regido por las normas de respeto a nuestro contrincante y de la caballerosidad.

Después de comer, participamos en el desfile que nos llevó desde la Ermita de San Sebastián hasta la Iglesia de San Miguel, un templo fortaleza románico de una belleza impresionante.

La ceremonia de coronación fue, desde mi humilde punto de vista, un compendio de belleza y respeto hacia la propia historia que emocionaba por la ilusión con lo vivían los vecinos del pueblo y los visitantes de otras localidades. Impresionante el momento en que se eleva a Beñat Fresneda, el Rey de la Faba, sobre el pavés –escudo con las armas de Navarra- y se grita lo de “Real”, “Real”, “Real” al unísono por todos los que nos reunimos bajo la protección del templo-fortaleza de San Miguel.

Percibía tal sensación de tradición y de futuro que me sentí realmente bien, realmente a gusto. Es difícil encontrar este respeto hacia la propia historia de un pueblo y tuvimos la suerte de vivirlo a casi 700 kms de nuestra casa.
Especialmente nos gustó ver a gran número de vecinos, vestidos ellos y sus hijos con sus trajes medievales –qué más da si son más o menos históricos-. Esta gente vive su fiesta, siente su historia y tienen por ello nuestro más profundo respeto y nuestro cariño. No como en nuestra tierra, que da vergüenza ver cómo nadie se integra en su propia fiesta; me da mucha pena, pero aquí no siente la historia de nuestra tierra como por allí.

En fin, que fue un honor y una alegría compartir esta celebración en compañía de tanta buena gente.

Lo peor, sin duda, los kilómetros hechos. Estamos satisfechos, pero agotados. Alegres, pero cansados. Me empiezo a plantear si vale la pena moverse tan lejos por seguir viviendo momentos medievales. Pero tengo que decir que, en esta ocasión, sí valió la pena. Vaya que sí.
Y mientras que por aquí no encontremos ese sentimiento de vivencia de la propia historia popular, tendremos que seguir cargando bártulos para encontrar fuera lo que no hallamos en casa.

Hola a tod@s!

Bienvenidos a mi mundo! Espero que os guste y podemas compartir experiencias y aficiones. Espero vuestros comentarios.