martes, 23 de febrero de 2010

Teruel 2010

Bodas de Isabel de Segura 2010:
La más bella historia de amor.


Partió Don Diego Marcilla a la guerra, a hacer fortuna y ganar fama que le valiera para que el padre de Isabel de Segura bendijese el amor, cariñoso y tierno que desde la niñez uno al otro se profesaron con pasión.
Cinco años le dieron de plazo, y no más tardó en volver a Teruel a reclamar el premio de su corazón.
Pero llegado a Teruel le cuentan que Isabel, obligada por su padre, ha casado con un tal Azagra, señor de muchas riquezas y gran linaje.
Angustiado por la traición, pide un solo beso a Isabel, para calmar su dolor. Isabel se lo niega, ya que es mujer de otro varón, y Diego muere de pena, roto en mil pedazos su corazón.
Grandes funerales, luto, lágrimas y dolor recorren las calles de Teruel, llorando al gran campeón.
En plenas exequias se acerca Isabel a darle el beso que en vida le negó. Y juntando sus labios muere sobre él, de remordimiento y de amor .
Y yacerán, siempre juntos toda la eternidad. No pudieron compartir su vida terrena, pero la pareja del beso la vida eterna compartirán, viviendo en cada uno de los besos que los enamorados se dan.

Romance de los Amantes. Lucyano Gonzalez, freyle de la Encomienda de Segura de la Sierra, probablemente escrita en Marzo de 1218, a su vuelta de Turolis.

Hace tres años, en el 2007, no disfrutamos la fiesta que Teruel es en estas fechas. Fue nuestra primera recreación y una verdadera decepción. Raquel y yo nos conjuramos para volver y poner nuestro corazón en una historia demasiado bonita como para pasarla de largo y de pasada, sin implicarnos hasta el tuétano en ella.
Y lo hemos hecho. Acompañados de buenos amigos, con el tiempo frío amenazando nevar, con un millón de dificultades que hemos ignorado gracias a la ilusión.
Hemos vuelto a Teruel para poder decir, esta vez sí, que hemos estado allí, que hemos vibrado con la historia de sus amantes, que nos emocionamos con su oda y que, por fín, tras tres años esperando poder hacerlo, nos besamos en su honor para que su memoria no caiga en el olvido nunca jamás.

Lucio y Raquel.

Jueves 18:

Llegamos ya anochecido a Teruel, tras haber desafiado a más de tres horas y media de carretera con lluvia y viento. Tras un par de vueltas despistadas que el tomtom nos hizo dar, por fin encontramos el campamento de recreacionistas. Nos pusimos en manos de los Fidelis regis, gente generosa, amable, cercana, tolerante y muy buenos recreadores, amigos del rigor histórico desde la equipación hasta la gastronomía o las ocupaciones de un campamento militar del siglo XIII. Tras los saludos y presentaciones cambiamos nuestras ropas por otras más apropiadas (pasamos del siglo XXI al siglo XIII en un pis pas), y vestidos de caballeros santiaguista y señora (como mola que la Orden de Santiago fuera la única orden de caballería que permitiera el celibato marital), nos fuimos a participar en el acto de cierre de las puertas de la muralla, que hicimos en la plaza de la Catedral, la puerta de Daroca y la de Zaragoza.

No sé si he comentado que llovía a mares, mientras Lucio se integraba en la representación del cierre de puertas (alístate, dicen, reengánchate, dicen y conocerás mundo era una frase que se repitió tanto que fue al final la que mejor recoge el espíritu de los desfiles) yo aproveché para trabar amistad con Rocío y Luisa, y, además de conocerlas a ellas, conocí la parte antigua de Teruel.

Con el vestido y la capa chorreando agua nos fuimos a cenar (a un más que inquietante restaurante chino-medieval); durante la cena pudimos intercambiar opiniones y aprender algo más de historia, gracias a Rocío y a Carlos, que pusieron su amabilidad y cortesía, junto a su sapiencia al servicio de nuestra comodidad. Nos sentimos tan acogidos que estábamos tan bien como si cenáramos en el salón de nuestra propia casa. Tras la cena, fuimos a la hacer la ronda por la muralla para asegurar la seguridad de la ciudad: nos encontramos con borrachos, prostitutas, algún partidario de Azagra al que nuestro capitán, Rafael de Fidelis entró en vereda y a la omnipresente lluvia que nos acompañó toda la noche.

Después, como fin de fiesta, fuimos a echar una mano a los padres de Carlos ya que Fidelis decició compartir una copa de mistela y dulces de la tierra con todos los que acompañaron a la ronda y a los que se acercaban. Gran gesto que dice mucho del carácter de un grupo majo donde los haya. Yo, por mi parte probé todos los dulces y bebí un poco de mistela, y por supuesto ayude a servir a los demás. Fui camarera medieval….

Después volvimos al campamento y desde allí al alojamiento, donde estuvimos charlando un rato con el grupo Fidelis y calentándonos con la mistela que había sobrado antes de ir a la cama. Menos mal que la calefacción estaba muy fuerte y así pusimos a secar nuestras empapadas vestimentas.

Viernes 19:

Nos levantamos de los últimos, no sé si la mistela tuvo la culpa o fue el cansancio de las casi cuatro horas de viaje. La tercera opción es la correcta: Lucio se equivocó al poner el despertador, como siempre. Este marido santiguista mío y la tecnología no se llevan bien, qué le vamos a hacer…

Una vez vestidos nos dirigimos al campamento, y tras saludar a los compañeros montamos nuestra tienda, ayudados por los Fidelis, que siempre estaban ahí para hacer más cómoda nuestra estancia. La tienda que montamos fue la que tan amablemente nos presto Ferny de los Infanzones de Toledo al que tanto echamos de menos. También montamos nuestra mesa, nuestra orgullosa primera obra bricomedieval. Fuimos a dar un paseo por el mercado, y como no sabemos ver sin comprar, aprovechamos que La Costurera Valiente estaba de rebajas y compramos unos zapatos como Dios manda para mi (que ya era hora) y unos botines para Lucio (otros más, que tío).
Tras estas compras, volvimos al campamento y acompañamos a Fidelis al acto del vestir de caballero. Yo llevé el pendón (a la ida porque a la vuelta le toco a Lucio, jejeje)

En el acto, aprendí mucho sobre tejidos y sobre los pellotes, y disfruté con el enfrentamiento de los dos caballeros. Me ilusionó mucho ver tanta gente vestida de época pero lo que más me gusto fueron los niños. Una auténtica gozada.
No queremos dejar de expresar nuestra admiración y cariño por la gente de Teruel que se implica en su Fiesta hasta el extremo. Olé por ellos. Ojalá hubiera un pueblo, un municipio cercano a nuestra tierra donde se pudiera disfrutar de unas fiestas medievales que se parecieran, un poquito nada más, a las de Teruel. Chapó.

De vuelta al campamento calenté al fuego el ajo mataero muy común en nuestra tierra y que además de estar buenísimo (lo hizo mi suegra) da muchas calorías para aguantar el frío. Y aunque no llovía frío hacía mucho. A nuestro compañeros les gusto el ajo, e intercambiamos vino y aceitunas con una pareja portuguesa que vino a recrear a Teruel, con su propio campamento. Aunque ya había comido (el ajo llena cosa mala) no pude dejar de probar el guiso de Rocío a base de congrio y garbanzos. Buenísimo, oiga.

Tras la comida Lucio y yo fuimos a ver el Mausoleo de los Amantes, algo imprescindible e imperdonable que nos dejamos pendiente en nuestra anterior visita a Teruel. Y allí aprendimos más sobre esta hermosa historia de amor. Que bonito es el Mausoleo, que silencioso respeto inspira su concepción. La memoria de los Amantes te llega al alma y te hace enamorarte de la vida. Es impresionante ver las momias bajo las figuras en alabastro de Isabel y Diego. Que envidia para todos los enamorados: han pasado juntos más de siete siglos y siguen vivos en el corazón de todos los turolenses y de los que visitamos esta hermosísima ciudad.

E hicimos tiempo paseando por el enorme mercado a la espera de la llegada del resto del grupo: Carlos, Manolo y Elena, Mario y el otro Carlos desde Albacete, y David y Ana desde Villena.


Cuando llegaron nuestros compañeros y antes de llevarloos a cenar (al mismo Chino donde cenamos la noche anterior, pa qué vamos a ser originales, hombre) y a ver un poco de la ciudad, David y Lucio tuvieron varias conversaciones agradabilísimas con varios santiaguistas, tanto de Teruel como de otras tierras sobre la famosa cruz-espada y su investigación. La frase que todos pensaban y que nadie dijo fue "porqué estos dos nos se habrán estados quietecitos, oiga". Parece que nuestra idea de lo que sería la cruz espada ha despertado un curioso debate muy interesante y que me parece que no acabará aquí..
Aunque todos los recién llegados (y cenados) tenían muchas ganas de vestirse de época, tras el paseo decidimos irnos a descansar que el viaje había sido largo y el día siguiente se anunciaba ilusionantemente duro.

Sábado 20:

Este día amaneció con una señora helada, tan grande que nos obligó a raspar el hielo de los cristales de los coches. Mal rollo para empezar, oiga. Brrr, que frío.

Bajamos hasta el campamento, y nos dedicamos a perder alegremente el tiempo en busca de un lugar donde desayunar decentemente. Tan bien lo hicimos que casi no llegamos a tiempo al campamento para vestirnos y asistir a la explicación de los actos que se iban a celebrar a continuación: la batalla de la Escalinata y la Batalla del Cofiero.

Ya entomces brillaba el sol y se nos anunciaba una muy buena temperatura para disfrutar el día. ¡Qué bien!

En el campamento nos encontramos con Chelo y Diego, que llegaban de Valencia y Enrique y su tropa, desde Alcoy.

Pasada la revisión de armas y escudos, nos enfrentamos en un par de ocasiones dos muros de escudos, con la justificación de que el Señor de Azagra había dado asilo a un perseguido del rey. La lucha de paladines nos regaló nuestra primera derrota de la mañana.

Las fotos de las Batallas de la Escalinata y de Cofiero son de Maribel, que acudió al evento con Paco y su hijo, que se también se llama Paco. Nuestra pequeña tropa santiaguista destacaba por sus sobrevestas y escudos blancos con la cruz espada roja, así que nuestros chicos son fáciles de identificar.

En 1220 se produce el sitio de Albarracín por parte de las tropas reales, al dar acogida Azagra a un perseguido por el rey. Don Rodrigo de Lizana, amigo de Azagra, prendió ilegalmente a don Lope de Albero llevándolo preso a su castillo de Lizana. Un yerno y su hermano llevaron el asunto al rey, el cual falló en contra de Lizana, el cual, tras el ataque del rey para liberar a Lope, se refugió en Albarracín. En junio de 1220 don Jaime sitió Albarracín, dado que Azagra se negó a entregar al fugitivo D. Rodrigo de Lizana. El sitio fue un fracaso y el 12 de agosto el rey está ya en Teruel.

Consumada la Batalla de la Escalinata como primera parte del asedio, nos dirigimos al Cofiero a una batalla en la que se suponía que no teníamos que participar, ya que no nos habíamos inscrito nada más que en la de la Escalinata. Sin embargo, una vez allí (se supone que sólo íbamos a hacer bulto en el desfile) y una vez pedido el permiso correspondiente, a Lucio se le calentó la espada y decidió entrar en el combate, junto con Manolo. Y que gran idea.

La Batalla de Cofiero.

Que batalla tan divertida. Flechas, fustígalos, cargas, muros de escudos… media de hora de combate en la que cruzamos el acero con amigos de toda España (según el periódico el Diario de Teruel, más de 400 personas participaron en la Batalla) como los Aliger Ferrum, los propios Fidelis, los Caballeros del Duero, los amigos de Acha o la Mesnada Concejil de Medina del Campo. Al final fuimos derrotados de nuevo sobre el embarrado campo del Cofiero. Vaya, que llevamos la negra.

Luego volvimos al campamento, cansados, satisfechos, y empezando a murmurar eso de “cariño, si no ha sido culpa mía”, “es que me han liado los amigos”, “ya sabes como son…”… previendo una tercera derrota en lo que iba de mañana por eso de no haber avisado a Raquel de que nos íbamos a Cofiero, y porque como todos sabemos ya, la Orden de Santiago es la única que permitió a sus monjes soldados el voto de castidad marital (vaya que se podían casar).

Las chicas ya se habían puesto manos a la obra, y preparado la comida que consistió en alubias, queso y fiambres. Estuvo tan deliciosa que Diego hasta rompió la silla de lo bien que le “sentó”.

Tras la comida, tuvimos un rato de moneo hasta decidir que haríamos a continuación, y al final ganó el té, en la que, como a buenos monjes santiaguistas, el mismo Espíritu Divino nos acompañó (mirad la foto, mirad la estela de luz: la paloma no salió porque Carlos no supo encuadrar la foto bien, pero estaba justo encima de nosotros).

Nos fuimos al mercado, paseamos, compramos unas parrillas para asar las longanizas, los chorizos, las morcillas y la panceta, de la cena y dimos una vuelticilla por el gran mercado.
Nos encontramos con Quique y su grupo y los emplazamos para que nos acompañaran en el desfile de la entrada de Diego, por la Puerta de Daroca.

Bajamos al campamento, nos volvimos a poner los yelmos, nos ceñimos las espadas y nos convertimos en una verdadera tropa santiaguista. Aún recuero la frase de David.. “al final te has hecho una Orden militar”… pues sí. Ha surgido de la nada, de una idea, de una corazonada y se ha puesto de largo en Teruel, el mejor evento para ello, sin ningún género de duda.

Tras una esforzada subida a la puerta de Daroca, nos aprestamos en ella esperando la llegada de Diego. Mientras, nuestras chicas y civiles ya estaban convenientemente apostados en la plaza del Torico para ver la petición del beso de Diego a Isabel.

A Lucio le pidieron que formara parte del séquito de Diego, con lo que se separó del grupo (la historia de hace tres años se repetía) para entrar después que los demás y entonar el SE CANTO antes de la llegada de Diego.

Y nos bajamos al campamento sin poder ver el espectáculo cosa que, al menos las chicas y civiles sí pudieron. Cuando llegaron preparamos la cena y desmontamos el campamento, para poder dormir un poco más y asegurarnos de desmontar y plegar la tienda seca, en previsión de lluvias o nieves durante la noche.
Tras la cena, por un momento, nos pareció vivir un sueño narcótico y drogado, al ver a un grupo de amigos, capitaneados por Ulrich, de los Caballeros del Duero, poniendo en escena la Haca, a pecho descubierto, a pesar del gélido ambiente reinante.

Y, a pesar del frío, disfrutamos una divertidísima noche de humor medieval gracias a David y Enrique de Fidelis, antes de irnos a acostar. Creo que nos dormimos con la sonrisa en los labios, y con el dolor en las articulaciones de la mandíbula propio de las carcajadas sanas y continuadas.

Domingo 21.

Amaneció el día amenazando nieve, tanto que algunos copos cayeron sobre nosotros mientras cargábamos los coches.

Pero no fue para tanto, y decidimos arriesgarnos a ver lo más romántico de estas fiestas: la llegada del séquito fúnebre de Diego e Isabel al Museo Provincial, el romance de ciego de su historia, la maravillosa Oda de los Amantes, la invitación al beso en su honor y sus latidos (tambores y timbales retonando como mil truenos enamorados)..

Después nos despedimos de todos nuestros amigos, de los Fidelis, de los que tengo que volver a destacar su humildad, su casta y hospitalidad, y volvimos a casa con la esperanza de volver a Teruel, quizás el año que viene, quizás aún más tarde. Pero de volver.

Porque hace tres años no disfrutamos la fiesta. Fue nuestra primera recreación y una verdadera decepción. Raquel y yo nos conjuramos para volver y poner nuestro corazón en una historia demasiado bonita como para pasarla de largo y de pasada, sin implicarnos hasta el tuétano en ella.
Y lo hemos hecho. Acompañados de buenos amigos, con el tiempo frío amenazando nevar. Hemos vuelto a Teruel para poder decir, esta vez sí, que hemos estado allí, que hemos vibrado con la historia de sus amantes, que nos emocionamos con su oda y que, por fín, tras tres años esperando poder hacerlo, nos besamos en su honor para que su memoria no caiga en el olvido nunca más.

Raquel y Lucio.

jueves, 18 de febrero de 2010

Ya lo tenemos todo para Teruel... creemos.

Bueno, pues tras una larga tarde de carretera y gps, ya tenemos la tienda para montar campamento en Teruel (cortesía de Ferny, de los Infanzones de Toledo, que esta vez no nos puede acompañar), mesa, banco, palitroque con tela (quiero decir, estandarte...), trévedes, etc, etc.

Voy a comprar ahora mismo las parrillas, el pan, el líquido para encender fuego (con el frío y la humedad que harán seguro que nos vienen bien), y a ver si pillo dos jarritas de medio litro, que son más cómodas para beber que nuestros vasitos.

En fin, ya os contaremos a la vuelta. Esta tarde, salimos para Teruel.

lunes, 15 de febrero de 2010

FABRICANDO UNA MESA DESMONTABLE "MEDIEVAL"...


Este domingo Raquel y yo decidimos ponernos el mono de trabajo, arremangarnos, luchar contra nuestros miedos más arraigados y hacer unas cuantas chapucillas en casa. Históricamente yo he sido el más desmañado de todos los hombres. Soy un desastre, qué le vamos a hacer.

Decirme que cogiera una herramienta y que hiciera algo que no fuera colocarla en su sitio era arriesgarse a obtener una catástrofe bricolásgélica de proporciones bíblicas.

Sin embargo, ya era hora de ponerse serio. La última vez que tuvimos que hacer algo en casa (unos agujeros en las paredes para colgar perchas, cortinas y cosas parecidas) tuvimos que esperar a que el bueno del padre de Raquel encontrara tiempo para poder hacernos el favor. Si no, aún tendríamos las barras de las cortinas esperando su momento, entre nuestras espadas.

Así que decidimos pedirle a mi padre el taladro y ponernos manos a la obra.
Como no era cosa de romper algo importante, decidimos empezar por hacer una mesa desmontable, de madera, para poder usar en la cercana recreación de las Bodas de Isabel de Segura, en Teruel, el próximo fin de semana, y en eventos posteriores.

Os recuerdo a todo, criticones y metomentodos, que es nuestra PRIMERA chapuza, a la que ya le tocará próximamente una versión 2.0. Es mejorable, mucho, muchísimo, pero ha salido. Y la hemos hecho nosotros, que caña.
Como es una mesa para participar en eventos medivaloides y recreacionistas, no tenía porqué ser perfecta. El aspecto rústico (cutre, vaya) que debía tener facilitaba muchísimo el asunto.
Además es cien por cien desmontable, para que podamos meterla en el coche sin problemas. Y como parece que el uso de caballetes está más que documentado en la edad media (hay una ilustración de las cántigas donde se ve claramente), miel sobre hojuelas.

Para empezar, pasamos por los dos grandes centros de bricolaje de Albacete (y por la tienda del todo a cien) para proveernos de: mordazas, tornillos, tuercas y arandelas, una broca para madera del 6, dos planchas de madera alistonada de 90 x30 de pino, dos caballetes, un listón de madera de 240x3x1, éste último convenientemente dividido en cuatro partes de más/menos 60 centímetros.
El lápiz y la goma estaban por casa, y el taladro se lo “cogimos prestado” a mi padre.



Solucionado el problema del material, teníamos que decidir dónde iba a ser el campo de batalla. El pasillo no acaba de convencernos, sobre todo por la falta de espacio y por la luz, que es bastante insuficiente y demasiado eléctrica.
Amenazando nevada, nuestra terraza no parecía una buena opción, sobre todo por la palpable falta de techo de la que adolece.
El salón, el dormitorio ni los baños nos convencían. Bastante difícil teníamos ya la batalla que se nos antojaba muy en nuestra contra como para elegir mal el lugar.
Al final nos decantamos por la cocina, sobre todo por la mesa, recia, resistente, que tenemos allí, producto de un pilla-atrapa-salcorriendo de un contenedor que hace tiempo asaltamos.

Lo primero fue tomarle las medidas al caballete, una vez abierto, para marcar donde colocar los listones que van a impedir que el tablero resbale, una vez montada la mesa.




A continuación, taladramos encima de un trozo de madera mártir, que no sabíamos porqué, viví en la terraza de la cocina desde tiempo inmemorial. ¡MI PRIMER AGUJERO!

Pero como vimos que la madera mártir resbalaba sobre la mesa al ser taladrada, decidimos sujetar con mordazas los listones al mártir que íbamos a utilizar.


El pobrecito Jaus, sufrió en silencio su miedo...

La cosa parecía demasiado fácil. Todo estaba saliendo a la primera y en un tiempo record. No podía ser. Incluso decidimos probar que el tornillo cupiera en el agujero, por si acaso. ENTRABA A LA PERFECCIÓN.



Animados por el éxito, decidimos seguir adelante. Taladramos los cuatro listones y…. para que no fuera demasiado perfecto, tiré al suelo la caja de los tornillos, las tuercas y las arandelas… menos mal, empezaba a no reconocerme.



A continuación, taladramos los listones de madera, y pusimos los tornillos para unir así las dos planchas. Para la versión 2.0 estamos pensando en cambiar estos tornos por otros de cabeza plaza y redonda, que dan más el pego.



Voilá! Ya tenemos nuestra mesa casi terminada.



A continuación, para darle un aire más histórico, le quitamos las bisagras metálicas y las sustituimos por dos cachos de cuerda.



Y a continuación, le pusimos encima un trapito y algunos de los cacharros que vamos a llevarnos a Teruel para la cocina, para que queda bonito. Esto ya lo hicimos en pasillo, para que se viera mejor la foto…



Dada la falta de tiempo, no hemos podido barnizarla, ni darle una capita de cola de carpintero, ni nada. Pero oye, de momento tenemos una mesa para 8 personasapretaditasparaconvatirmejorelfrío, que hasta ahora no teníamos. Es pequeñita, de acuerdo, pero es que ni no, no cabría en el coche.

La versión 2.0 ya estará mejorada: Tornos de cabeza aplastada y redondeada, pintados de negro, quizás un tercer listón en medio, para que sea más amplia; encolada y barnizada… pero todo esto es demasiado pedir ahora dada nuestra pobre destreza con el bricolaje y el escaso tiempo con el que contamos.

Envalentonados por nuestro éxito, nos atrevimos a colgar un reloj en la cocina, y a empezar una funda de cuero para mi espada (ya que la anterior murió en la batalla de L´Alcudia.

Pero eso ya es otra historia....





Hola a tod@s!

Bienvenidos a mi mundo! Espero que os guste y podemas compartir experiencias y aficiones. Espero vuestros comentarios.