lunes, 15 de febrero de 2010

FABRICANDO UNA MESA DESMONTABLE "MEDIEVAL"...


Este domingo Raquel y yo decidimos ponernos el mono de trabajo, arremangarnos, luchar contra nuestros miedos más arraigados y hacer unas cuantas chapucillas en casa. Históricamente yo he sido el más desmañado de todos los hombres. Soy un desastre, qué le vamos a hacer.

Decirme que cogiera una herramienta y que hiciera algo que no fuera colocarla en su sitio era arriesgarse a obtener una catástrofe bricolásgélica de proporciones bíblicas.

Sin embargo, ya era hora de ponerse serio. La última vez que tuvimos que hacer algo en casa (unos agujeros en las paredes para colgar perchas, cortinas y cosas parecidas) tuvimos que esperar a que el bueno del padre de Raquel encontrara tiempo para poder hacernos el favor. Si no, aún tendríamos las barras de las cortinas esperando su momento, entre nuestras espadas.

Así que decidimos pedirle a mi padre el taladro y ponernos manos a la obra.
Como no era cosa de romper algo importante, decidimos empezar por hacer una mesa desmontable, de madera, para poder usar en la cercana recreación de las Bodas de Isabel de Segura, en Teruel, el próximo fin de semana, y en eventos posteriores.

Os recuerdo a todo, criticones y metomentodos, que es nuestra PRIMERA chapuza, a la que ya le tocará próximamente una versión 2.0. Es mejorable, mucho, muchísimo, pero ha salido. Y la hemos hecho nosotros, que caña.
Como es una mesa para participar en eventos medivaloides y recreacionistas, no tenía porqué ser perfecta. El aspecto rústico (cutre, vaya) que debía tener facilitaba muchísimo el asunto.
Además es cien por cien desmontable, para que podamos meterla en el coche sin problemas. Y como parece que el uso de caballetes está más que documentado en la edad media (hay una ilustración de las cántigas donde se ve claramente), miel sobre hojuelas.

Para empezar, pasamos por los dos grandes centros de bricolaje de Albacete (y por la tienda del todo a cien) para proveernos de: mordazas, tornillos, tuercas y arandelas, una broca para madera del 6, dos planchas de madera alistonada de 90 x30 de pino, dos caballetes, un listón de madera de 240x3x1, éste último convenientemente dividido en cuatro partes de más/menos 60 centímetros.
El lápiz y la goma estaban por casa, y el taladro se lo “cogimos prestado” a mi padre.



Solucionado el problema del material, teníamos que decidir dónde iba a ser el campo de batalla. El pasillo no acaba de convencernos, sobre todo por la falta de espacio y por la luz, que es bastante insuficiente y demasiado eléctrica.
Amenazando nevada, nuestra terraza no parecía una buena opción, sobre todo por la palpable falta de techo de la que adolece.
El salón, el dormitorio ni los baños nos convencían. Bastante difícil teníamos ya la batalla que se nos antojaba muy en nuestra contra como para elegir mal el lugar.
Al final nos decantamos por la cocina, sobre todo por la mesa, recia, resistente, que tenemos allí, producto de un pilla-atrapa-salcorriendo de un contenedor que hace tiempo asaltamos.

Lo primero fue tomarle las medidas al caballete, una vez abierto, para marcar donde colocar los listones que van a impedir que el tablero resbale, una vez montada la mesa.




A continuación, taladramos encima de un trozo de madera mártir, que no sabíamos porqué, viví en la terraza de la cocina desde tiempo inmemorial. ¡MI PRIMER AGUJERO!

Pero como vimos que la madera mártir resbalaba sobre la mesa al ser taladrada, decidimos sujetar con mordazas los listones al mártir que íbamos a utilizar.


El pobrecito Jaus, sufrió en silencio su miedo...

La cosa parecía demasiado fácil. Todo estaba saliendo a la primera y en un tiempo record. No podía ser. Incluso decidimos probar que el tornillo cupiera en el agujero, por si acaso. ENTRABA A LA PERFECCIÓN.



Animados por el éxito, decidimos seguir adelante. Taladramos los cuatro listones y…. para que no fuera demasiado perfecto, tiré al suelo la caja de los tornillos, las tuercas y las arandelas… menos mal, empezaba a no reconocerme.



A continuación, taladramos los listones de madera, y pusimos los tornillos para unir así las dos planchas. Para la versión 2.0 estamos pensando en cambiar estos tornos por otros de cabeza plaza y redonda, que dan más el pego.



Voilá! Ya tenemos nuestra mesa casi terminada.



A continuación, para darle un aire más histórico, le quitamos las bisagras metálicas y las sustituimos por dos cachos de cuerda.



Y a continuación, le pusimos encima un trapito y algunos de los cacharros que vamos a llevarnos a Teruel para la cocina, para que queda bonito. Esto ya lo hicimos en pasillo, para que se viera mejor la foto…



Dada la falta de tiempo, no hemos podido barnizarla, ni darle una capita de cola de carpintero, ni nada. Pero oye, de momento tenemos una mesa para 8 personasapretaditasparaconvatirmejorelfrío, que hasta ahora no teníamos. Es pequeñita, de acuerdo, pero es que ni no, no cabría en el coche.

La versión 2.0 ya estará mejorada: Tornos de cabeza aplastada y redondeada, pintados de negro, quizás un tercer listón en medio, para que sea más amplia; encolada y barnizada… pero todo esto es demasiado pedir ahora dada nuestra pobre destreza con el bricolaje y el escaso tiempo con el que contamos.

Envalentonados por nuestro éxito, nos atrevimos a colgar un reloj en la cocina, y a empezar una funda de cuero para mi espada (ya que la anterior murió en la batalla de L´Alcudia.

Pero eso ya es otra historia....





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