Solucionado el problema del material, teníamos que decidir dónde iba a ser el campo de batalla. El pasillo no acaba de convencernos, sobre todo por la falta de espacio y por la luz, que es bastante insuficiente y demasiado eléctrica.
Amenazando nevada, nuestra terraza no parecía una buena opción, sobre todo por la palpable falta de techo de la que adolece.
El salón, el dormitorio ni los baños nos convencían. Bastante difícil teníamos ya la batalla que se nos antojaba muy en nuestra contra como para elegir mal el lugar.
Al final nos decantamos por la cocina, sobre todo por la mesa, recia, resistente, que tenemos allí, producto de un pilla-atrapa-salcorriendo de un contenedor que hace tiempo asaltamos.
Lo primero fue tomarle las medidas al caballete, una vez abierto, para marcar donde colocar los listones que van a impedir que el tablero resbale, una vez montada la mesa.
A continuación, taladramos encima de un trozo de madera mártir, que no sabíamos porqué, viví en la terraza de la cocina desde tiempo inmemorial. ¡MI PRIMER AGUJERO!
Pero como vimos que la madera mártir resbalaba sobre la mesa al ser taladrada, decidimos sujetar con mordazas los listones al mártir que íbamos a utilizar.
El pobrecito Jaus, sufrió en silencio su miedo...
La cosa parecía demasiado fácil. Todo estaba saliendo a la primera y en un tiempo record. No podía ser. Incluso decidimos probar que el tornillo cupiera en el agujero, por si acaso. ENTRABA A LA PERFECCIÓN.
Animados por el éxito, decidimos seguir adelante. Taladramos los cuatro listones y…. para que no fuera demasiado perfecto, tiré al suelo la caja de los tornillos, las tuercas y las arandelas… menos mal, empezaba a no reconocerme.
A continuación, taladramos los listones de madera, y pusimos los tornillos para unir así las dos planchas. Para la versión 2.0 estamos pensando en cambiar estos tornos por otros de cabeza plaza y redonda, que dan más el pego.
Voilá! Ya tenemos nuestra mesa casi terminada.
A continuación, para darle un aire más histórico, le quitamos las bisagras metálicas y las sustituimos por dos cachos de cuerda.
Y a continuación, le pusimos encima un trapito y algunos de los cacharros que vamos a llevarnos a Teruel para la cocina, para que queda bonito. Esto ya lo hicimos en pasillo, para que se viera mejor la foto…
Dada la falta de tiempo, no hemos podido barnizarla, ni darle una capita de cola de carpintero, ni nada. Pero oye, de momento tenemos una mesa para 8 personasapretaditasparaconvatirmejorelfrío, que hasta ahora no teníamos. Es pequeñita, de acuerdo, pero es que ni no, no cabría en el coche.
La versión 2.0 ya estará mejorada: Tornos de cabeza aplastada y redondeada, pintados de negro, quizás un tercer listón en medio, para que sea más amplia; encolada y barnizada… pero todo esto es demasiado pedir ahora dada nuestra pobre destreza con el bricolaje y el escaso tiempo con el que contamos.
Envalentonados por nuestro éxito, nos atrevimos a colgar un reloj en la cocina, y a empezar una funda de cuero para mi espada (ya que la anterior murió en la batalla de L´Alcudia.
Pero eso ya es otra historia....
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