miércoles, 22 de diciembre de 2010
Teruel nos llama....
De nuevo, la fiesta de los Amantes de Teruel, Isabel y Diego, nos convoca haciendo latir nuestros corazones al ritmo de sus tambores. Una historia de amor que ya hemos vivido en otras ocasiones nos vuelve a tocar con su magia... y empezamos a desempolvar nuestros atuendos del siglo XIII para viajar en el tiempo y acompañarles una vez más...
Los amigos de Fidelis Regi han dejado su invitación, que dice así:
El viento es el más veloz de los mensajeros. Por él viajan los sonidos, las voces, la música y las palabras. Él es quien agita las velas de los barcos llevándolos a su destino, quien acompaña los pasos de los hombres sobre los caminos, quien susurra poemas de amor en los oídos de los amantes.
Como cada día, desde hace ya cinco años, en la villa de Teruel, una hermosa joven asoma su cabeza por la ventana de sus aposentos, a la espera de que el viento enrede en sus cabellos el eco del galopar de un caballo que le anuncie el retorno de su amor. Cada día. Desde hace cinco interminables años.
Abajo, en la calle, las gentes engalanan la ciudad para celebrar los desposorios de la joven dama con el rico hermano del tenente de Albarracín. Pero ella no presta atención a estos preparativos: su mente se encuentra muy lejos de Teruel.
El corazón de Isabel late con fuerza cada vez que un grupo de viajeros atraviesan la puerta del Guadalaviar, hundiéndose de nuevo en la desesperanza al comprobar que se trata de uno más de los invitados de su insigne prometido. Pero no desespera, a pesar de las recientes malas nuevas, cuando un desconocido anunció a todo Teruel, en la plaza de la Catedral, que Diego estaba muerto.
Su corazón se niega a admitirlo. Su amor es más grande que toda desesperanza. Y el viento, ese mismo viento que levanta el polvo de los caminos con el galopar de los caballos, mece sus ilusiones y le ha prometido que su amor regresará…
“Diego, amor mío… ¿Dónde estás?”
……..
De nuevo, un año más, La Fundación de Las Bodas de Isabel, tiene el honor y el placer de invitar a todos aquellos recreacionistas que quieran sentar sus reales, en el campamento habilitado mientras dura la recreación de la preciosa leyenda de Los Amantes de Teruel. También un año más, Fidelis Regi ayudará a la coordinación del mismo, con la misma ilusión y dedicación que los años anteriores.
La representación de Las Bodas, este año será los días 17, 18, 19 y 20 de febrero de 2011.+
martes, 21 de septiembre de 2010
Comenzamos la temporada del Club de Esgrima Los LLanos.
Ayer el Club de Esgrima Los Llanos volvió a retomar los entrenamientos, como cada temporada. Un buen grupo de veteranos y alguno interesado en conocer este deporte nos dimos cita en nuestra Sala habitual, la de Jorge Juan.
Empecé por hacerles correr un poquito para, a continuación, centrarlos en la realización correcta de los desplazamientos básicos. La resistencia del brazo armado en línea támbién se trabajó, aunque un poco menos. Luego, mientras se pusieron a tirar, dí clase individual a Santiago, Antonio, Cristina, Irene, Luis y Carmen. Quise comprobar si la apreciación de distancia se les había dormido durante el verano o si la mantenían. Lo cierto es que me llevé la agradable sorpresa de que, a pesar de la natural falta de fondo físico, el sentido básico de distancia-tiempo lo conservaban bastante bien.
Al terminar, estiramos para relajar la musculatura y volver a casa lo más descansados posible.
El miércoles, más.
Lucio.
Empecé por hacerles correr un poquito para, a continuación, centrarlos en la realización correcta de los desplazamientos básicos. La resistencia del brazo armado en línea támbién se trabajó, aunque un poco menos. Luego, mientras se pusieron a tirar, dí clase individual a Santiago, Antonio, Cristina, Irene, Luis y Carmen. Quise comprobar si la apreciación de distancia se les había dormido durante el verano o si la mantenían. Lo cierto es que me llevé la agradable sorpresa de que, a pesar de la natural falta de fondo físico, el sentido básico de distancia-tiempo lo conservaban bastante bien.
Al terminar, estiramos para relajar la musculatura y volver a casa lo más descansados posible.
El miércoles, más.
Lucio.
Mercado Medieval en Ciudad Real.
Este fin de semana hemos colaborado con la Asociación de Artesanos Medievales "El Quijote" en la celebración del Mercado Alfonsí de Ciudad Real.
Desafiando a la lluvia y a las fechas tan difíciles, conseguimos juntarnos amigos de cinco grupos de Reconstrucción Histórica medieval: Ánima Ensis, de Madrid, Alliger Ferrum de Valencia, Battle Honours de Córdoba, Úbeda y Madrid, Infanzones de Toledo, y Caballeros de Al-Basit. Montamos nuestro campamento (dos tiendas normandas y una jaima) en el parque del Prado y pasamos un fin de semana entre amigos y espadas, que es lo que nos gusta.
Manolo y Lucio hicieron un par de combates de esgrima teatral que gustaron mucho a los espectadores, y entre todos tuvimos la ocasion de mostrar al numeroso y agradecido público de Ciudad Real una pequeña escaramuza de árabes contra cristianos. Los musulmanes, hartos de los elevados impuestos que pagan, deciden exigir al alguacil una solución al respecto y, como era de esperar, termina en un enfrentamiento entre las tropas. Lo que no esperaban era que apareciera el mismisimo Rey Don Alfonso a poner paz como un padre en una riña entre dos niños.
Queremos mencionar muy especialmente a Don Alfonso, que fue perfectamente caracterizado y recreado por David, como podéis ver en las fotos del enlace de abajo.
http://picasaweb.google.es/Alejandria66/MercadoMedievalCiudadReal2010#
Y agradecer a Gregorio y a la Asociación Medieval "El Quijote" su trato amable, su preocupación constante por nuestra comodidad y el que nos hallan brindado la posibilidad de disfrutar estos días en la mejor compañia posible: la de los amigos.
Un abrazo a todos.
Lucio y Raquel.
Desafiando a la lluvia y a las fechas tan difíciles, conseguimos juntarnos amigos de cinco grupos de Reconstrucción Histórica medieval: Ánima Ensis, de Madrid, Alliger Ferrum de Valencia, Battle Honours de Córdoba, Úbeda y Madrid, Infanzones de Toledo, y Caballeros de Al-Basit. Montamos nuestro campamento (dos tiendas normandas y una jaima) en el parque del Prado y pasamos un fin de semana entre amigos y espadas, que es lo que nos gusta.
Manolo y Lucio hicieron un par de combates de esgrima teatral que gustaron mucho a los espectadores, y entre todos tuvimos la ocasion de mostrar al numeroso y agradecido público de Ciudad Real una pequeña escaramuza de árabes contra cristianos. Los musulmanes, hartos de los elevados impuestos que pagan, deciden exigir al alguacil una solución al respecto y, como era de esperar, termina en un enfrentamiento entre las tropas. Lo que no esperaban era que apareciera el mismisimo Rey Don Alfonso a poner paz como un padre en una riña entre dos niños.
Queremos mencionar muy especialmente a Don Alfonso, que fue perfectamente caracterizado y recreado por David, como podéis ver en las fotos del enlace de abajo.
http://picasaweb.google.es/Alejandria66/MercadoMedievalCiudadReal2010#
Y agradecer a Gregorio y a la Asociación Medieval "El Quijote" su trato amable, su preocupación constante por nuestra comodidad y el que nos hallan brindado la posibilidad de disfrutar estos días en la mejor compañia posible: la de los amigos.
Un abrazo a todos.
Lucio y Raquel.
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mercado medieval ciudad real.
lunes, 26 de julio de 2010
Cortes de Pallás
Hay momentos en que mi vieja mente no recuerda bien tanta batallas y hechos de armas. Ya confundo si fué en esta o aquella batalla en la que perdí a uno de mis buenos camaradas, cuando me tuvieron preso y logré escaparme o me intercambiaron por otro soldado tan desgraciado como yo mismo.
Pero uno de los hechos de armas que nunca olvidaré fue el del año 1607, en Cortes de Pallás, donde como joven espadán de la Milicia de Valencia participé junto con los compañeros del Tercio Viejo de Lombardía en la cruel y sangrienta expulsión de los moriscos de esta villa enclavada en la sierra y regada por las fértiles aguas del río Júcar.
Felipe III había dado orden de expulsión de todo el territorio nacional de los moriscos, por razones aún no del todo claras. Cuando se mezcla religión y política lo único que puede generar son decisiones equivocadas y, como siempre, dolorosas para el pueblo humilde y trabajador que es, de largo, el perjudicado mientras que sólo la élite despreciable de prohombres mohínos adinerados puede hallar beneficio.
Como decía, los que nunca se mancharán los dedos de sangre y barro habían decidido desterrar a berbería a todo morisco, apuntando razones que, si bien eran muy correctas gramaticalmente, iban a dañar al más débil, como siempre.
El Marqués de Caracena, capitan general del Reino de Valencia publicó un bando en que se decretaba la expulsión inmediata, dando cumplimiento a la orden Real.
Yo me encontraba por aquel entonces, en mi peregrinar por todo pueblo o ciudad en la que un Maestro de Armas me quisiera instruir recibiendo enseñanzas del manejo del espadón en la milicia del Reino de Valencia y siendo mi instructor el Maestro Galindo, a la sazón Sargento y maestro de armas del destacamento que guardaba el valle de Ayora y Cofrentes. Requiríosome junto con el justicia Don Pablo y un tambor que acompañáramos a nuestro a poner en conocimiento de la población de Cortes de Pallas el bando.
Respondió mal la población (o bien, según se mire, porque cuando una injusticia así se comete, responder mal es, sin duda alguna, hacerlo bien), y enardecido el populacho nos atacó sin miramientos de autoridad con puños, cuchillos cortos y piedras, ante los que ni mi media armadura ni mi espadón eran útiles, ni las herreruzas del cabo o del justicia Don Pablo.
Escapamos como pudimos y nos rehunimos bajado el puente que cruza el cañón junto con las huestes del Tercio de Lombardía y de las Milicias del Reino de Valencia, entre las que se encontraba la de Villa de Algemesí. Les informamos de la negativa de la población a acatar las órdenes reales, y nos preparamos para entrar y expulsarles. Por lo que se podía oír, los tiros de espingardas y arcabuces, los cánticos y griteríos, los moriscos también se estaban preparando, y se hacía de preveer que la enconada resistencia de los que son agraviados no iba a suponer ningún paseo para nosotros. Antes al contrario, nos temíamos que la lucha iba a ser larga y endurecida.
En mi ánimo pesaba que iba a defenderme y posiblemente a matar a un grupo de amigos moriscos con los que practicaba esgrima a la caída de la tarde, junto al río y de los que normalmente no me diferenciaba nada más que el pañuelo anudado a la cabeza que llevaban siempre. Buenos amigos, con los que tenía largas charlas de mujeres y esgrima y otras cosas propias de gente de nuestra edad, y que seguro que iban a defenderse tan valientemente como cuando cruzábamos nuestras armas con ánimos de entretenimiento.
Formamos batallón y avanzamos hasta la plaza del pueblo donde nos atacaron por primera vez los moriscos. Se habían armado pobremente, como correspondía a su clase social, artesanos y campesinos. La lucha fue muy dura. Yo cercenaba miembros y destrozaba escudos y pobres picas de madera afilada con mi terrible espadón. Los justicias, al lado de los rodelederos tiraban de sus herreruzas y de la buena destreza española, que con tanto esmero y dedicación habían aprendido del Maestro Galindo. Los arcabuceros daban muy buena cuenta de los infelices moriscos, que caían por docenas cuando se realizaban las atronadoras descargas cerradas. Y los alabarderos que entraban al combate para dar tiempo a los arcabuceros de recargar sus armas. Mujeres y niños morían al lado de hombres, sin distinción, que la guerra no la conoce.
Guardo en mi retina la imagen de unos niños que saliendo, ordenadamente y al paso, como si de un grupo militar infantil se tratara, se pusieron delante de sus mayores, y sin miedo ninguno, recogieron la multitud de piedras que nos sembraban el suelo de la plaza. Cuando habían llenado los capazos y las madres, entre llantos y lamentos cargaron con ellos a retaguardia, permanecieron los infantes de pie, ante el grupo de arcabuceros, sin miedo en los ojos y con una determinación digna del más aguerrido caballeros, arrojaron sus piedras hacia los soldados en formación. Los hombres cristianos apuntaron pero no pudieron obedecer la orden de fuego a discrección que su capitán les dirigió. Fue la única vez que he visto dudar a un grupo de soldados españoles, la única que su disciplina se vio quebrada.
Sin embardo, los niños huyeron al lanzar sus piedras, que pobre daño nos hicieron y los arcabuceros, como un solo hombre dispararon con furia desatada -juraría que vi resbalar una lágrima de impotentencia por la faz de Miguel Carbonell, el de Villena, justo en el momento de apretar el gatillo de su arma- y una fila de hombres moriscos cayó al suelo entre gritos y quejas.
El resto no lo recuerdo bien. Luchas, sangre, disparos. Gritos, amenazas, insultos. Olor a pólvora, sudor, llantos. Morían por igual soldados del Tercio, mujeres, niños y moriscos, sin pena. Luchamos hasta que se nos cayeron los brazos. Luchamos hasta la extenuación. Mis amigos moriscos y yo nos evitamos en muchos combates. Incluso en una ocasión, uno de ellos, cuyo cadaver recogería de la travesía del puente, evitó con su espada que uno de sus compañeros me degollara a traición. Luchamos como hermanos en bandos encontrados: sin perdernos de vista, pero sin encontrarnos. Lloré su muerte esa noche hasta que el agotamiento me pudo, pero a la mañana siguiente seguí luchando con la disciplina y la determinación de un soldado de un Tercio español.
Por fin, tras muchos esfuerzos, arrinconamos a los infieles contra el río y una pared de piedra, en la Muela. Los rendimos, atamos y conducimos a su destino, los expulsamos.
Fue tras esta batalla tan larga, que decidí abandonar tierras valencianas y dirigirme hacia donde cualquier Maestro pudiera enseñarme esgrima, pero esta vez, hacia el interior del país, intentando olvidar el sufrimiento y la injusticia que la que acababa de ser testigo.
Ójala y en los pocos años de vida que me quedan no vuelva a ver tan grande injusticia. Y aunque mi brazo ya no es lo fue, si he de contemplarla que sea del lado del agraviado, para defender a los que no se pueden defender, por mucho empeño que se le quiera arrojar.
Pero uno de los hechos de armas que nunca olvidaré fue el del año 1607, en Cortes de Pallás, donde como joven espadán de la Milicia de Valencia participé junto con los compañeros del Tercio Viejo de Lombardía en la cruel y sangrienta expulsión de los moriscos de esta villa enclavada en la sierra y regada por las fértiles aguas del río Júcar.
Felipe III había dado orden de expulsión de todo el territorio nacional de los moriscos, por razones aún no del todo claras. Cuando se mezcla religión y política lo único que puede generar son decisiones equivocadas y, como siempre, dolorosas para el pueblo humilde y trabajador que es, de largo, el perjudicado mientras que sólo la élite despreciable de prohombres mohínos adinerados puede hallar beneficio.
Como decía, los que nunca se mancharán los dedos de sangre y barro habían decidido desterrar a berbería a todo morisco, apuntando razones que, si bien eran muy correctas gramaticalmente, iban a dañar al más débil, como siempre.
El Marqués de Caracena, capitan general del Reino de Valencia publicó un bando en que se decretaba la expulsión inmediata, dando cumplimiento a la orden Real.
Yo me encontraba por aquel entonces, en mi peregrinar por todo pueblo o ciudad en la que un Maestro de Armas me quisiera instruir recibiendo enseñanzas del manejo del espadón en la milicia del Reino de Valencia y siendo mi instructor el Maestro Galindo, a la sazón Sargento y maestro de armas del destacamento que guardaba el valle de Ayora y Cofrentes. Requiríosome junto con el justicia Don Pablo y un tambor que acompañáramos a nuestro a poner en conocimiento de la población de Cortes de Pallas el bando.
Respondió mal la población (o bien, según se mire, porque cuando una injusticia así se comete, responder mal es, sin duda alguna, hacerlo bien), y enardecido el populacho nos atacó sin miramientos de autoridad con puños, cuchillos cortos y piedras, ante los que ni mi media armadura ni mi espadón eran útiles, ni las herreruzas del cabo o del justicia Don Pablo.
Escapamos como pudimos y nos rehunimos bajado el puente que cruza el cañón junto con las huestes del Tercio de Lombardía y de las Milicias del Reino de Valencia, entre las que se encontraba la de Villa de Algemesí. Les informamos de la negativa de la población a acatar las órdenes reales, y nos preparamos para entrar y expulsarles. Por lo que se podía oír, los tiros de espingardas y arcabuces, los cánticos y griteríos, los moriscos también se estaban preparando, y se hacía de preveer que la enconada resistencia de los que son agraviados no iba a suponer ningún paseo para nosotros. Antes al contrario, nos temíamos que la lucha iba a ser larga y endurecida.
En mi ánimo pesaba que iba a defenderme y posiblemente a matar a un grupo de amigos moriscos con los que practicaba esgrima a la caída de la tarde, junto al río y de los que normalmente no me diferenciaba nada más que el pañuelo anudado a la cabeza que llevaban siempre. Buenos amigos, con los que tenía largas charlas de mujeres y esgrima y otras cosas propias de gente de nuestra edad, y que seguro que iban a defenderse tan valientemente como cuando cruzábamos nuestras armas con ánimos de entretenimiento.
Formamos batallón y avanzamos hasta la plaza del pueblo donde nos atacaron por primera vez los moriscos. Se habían armado pobremente, como correspondía a su clase social, artesanos y campesinos. La lucha fue muy dura. Yo cercenaba miembros y destrozaba escudos y pobres picas de madera afilada con mi terrible espadón. Los justicias, al lado de los rodelederos tiraban de sus herreruzas y de la buena destreza española, que con tanto esmero y dedicación habían aprendido del Maestro Galindo. Los arcabuceros daban muy buena cuenta de los infelices moriscos, que caían por docenas cuando se realizaban las atronadoras descargas cerradas. Y los alabarderos que entraban al combate para dar tiempo a los arcabuceros de recargar sus armas. Mujeres y niños morían al lado de hombres, sin distinción, que la guerra no la conoce.
Guardo en mi retina la imagen de unos niños que saliendo, ordenadamente y al paso, como si de un grupo militar infantil se tratara, se pusieron delante de sus mayores, y sin miedo ninguno, recogieron la multitud de piedras que nos sembraban el suelo de la plaza. Cuando habían llenado los capazos y las madres, entre llantos y lamentos cargaron con ellos a retaguardia, permanecieron los infantes de pie, ante el grupo de arcabuceros, sin miedo en los ojos y con una determinación digna del más aguerrido caballeros, arrojaron sus piedras hacia los soldados en formación. Los hombres cristianos apuntaron pero no pudieron obedecer la orden de fuego a discrección que su capitán les dirigió. Fue la única vez que he visto dudar a un grupo de soldados españoles, la única que su disciplina se vio quebrada.
Sin embardo, los niños huyeron al lanzar sus piedras, que pobre daño nos hicieron y los arcabuceros, como un solo hombre dispararon con furia desatada -juraría que vi resbalar una lágrima de impotentencia por la faz de Miguel Carbonell, el de Villena, justo en el momento de apretar el gatillo de su arma- y una fila de hombres moriscos cayó al suelo entre gritos y quejas.
El resto no lo recuerdo bien. Luchas, sangre, disparos. Gritos, amenazas, insultos. Olor a pólvora, sudor, llantos. Morían por igual soldados del Tercio, mujeres, niños y moriscos, sin pena. Luchamos hasta que se nos cayeron los brazos. Luchamos hasta la extenuación. Mis amigos moriscos y yo nos evitamos en muchos combates. Incluso en una ocasión, uno de ellos, cuyo cadaver recogería de la travesía del puente, evitó con su espada que uno de sus compañeros me degollara a traición. Luchamos como hermanos en bandos encontrados: sin perdernos de vista, pero sin encontrarnos. Lloré su muerte esa noche hasta que el agotamiento me pudo, pero a la mañana siguiente seguí luchando con la disciplina y la determinación de un soldado de un Tercio español.
Por fin, tras muchos esfuerzos, arrinconamos a los infieles contra el río y una pared de piedra, en la Muela. Los rendimos, atamos y conducimos a su destino, los expulsamos.
Fue tras esta batalla tan larga, que decidí abandonar tierras valencianas y dirigirme hacia donde cualquier Maestro pudiera enseñarme esgrima, pero esta vez, hacia el interior del país, intentando olvidar el sufrimiento y la injusticia que la que acababa de ser testigo.
Ójala y en los pocos años de vida que me quedan no vuelva a ver tan grande injusticia. Y aunque mi brazo ya no es lo fue, si he de contemplarla que sea del lado del agraviado, para defender a los que no se pueden defender, por mucho empeño que se le quiera arrojar.
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miércoles, 21 de julio de 2010
Mercado Medieval en Campillo de Altobuey.
Hola a todos.
Tras una merecidísimas vacaciones, hemos vuelto a la carga totalmente fortalecidos.
El pasado fin de semana, y de la mano de nuestros amigos de la Asociación Cultural El Quijote Medieval, participamos en el Mercado Medieval de Campillo de Altobuey en Cuenca.
El mercado se realizó en la Plaza Nueva, o Plaza de la Iglesia, y tenemos que destacar el impresionante aspecto que le daba a nuestro campamento que montamos justo debajo de una de las puertas, junto al puesto de los burritos y de la cetrería.
Además de pasarnos el día combatiendo contra nosotros y contra el calor, tenemos que destacar el pase de la noche, donde un par de alguaciles corruptos intentaron juzgar y quemar a Raquel como bruja para quedarse con sus tierras, apoyados por las acusaciones de Elena. En esas apareció Lucio, recién llegado del servicio a los Reyes por tierras de Granada, y como esposo de Raquel intervino exigiendo el Juicio de Dios para demostrar la inocencia de su compañera lo que consiguió tras un esforzadísimo enfrentamiento con Manolo y Carlos.
Y en el apartado de agradecimientos tenemos que hacer justicia con los gaiteros, con los que ya coincidimos en Aguas Nuevas, y descubrirnos por lo bien nos acompañaron en los duelos.
Y no podemos olvidarnos del gran trabajo y del inmejorable trato recibido por los responsables del Quijote Medieval. Chapó por lo que se lo curran, nos descubrimos ante el esfuerzo que ponen.
PD.: el alojamiento esta vez fue ESPECTACULAR. La ciudad rural, el grupo de casitas de madera, el jardin, la fuente, las flores, la casita del té que parecía un reducto de paz invitan a volver aunque sólo sea a pasar un fin de semana de tranquilidad.
Tras una merecidísimas vacaciones, hemos vuelto a la carga totalmente fortalecidos.
El pasado fin de semana, y de la mano de nuestros amigos de la Asociación Cultural El Quijote Medieval, participamos en el Mercado Medieval de Campillo de Altobuey en Cuenca.
El mercado se realizó en la Plaza Nueva, o Plaza de la Iglesia, y tenemos que destacar el impresionante aspecto que le daba a nuestro campamento que montamos justo debajo de una de las puertas, junto al puesto de los burritos y de la cetrería.
Además de pasarnos el día combatiendo contra nosotros y contra el calor, tenemos que destacar el pase de la noche, donde un par de alguaciles corruptos intentaron juzgar y quemar a Raquel como bruja para quedarse con sus tierras, apoyados por las acusaciones de Elena. En esas apareció Lucio, recién llegado del servicio a los Reyes por tierras de Granada, y como esposo de Raquel intervino exigiendo el Juicio de Dios para demostrar la inocencia de su compañera lo que consiguió tras un esforzadísimo enfrentamiento con Manolo y Carlos.
Y en el apartado de agradecimientos tenemos que hacer justicia con los gaiteros, con los que ya coincidimos en Aguas Nuevas, y descubrirnos por lo bien nos acompañaron en los duelos.
Y no podemos olvidarnos del gran trabajo y del inmejorable trato recibido por los responsables del Quijote Medieval. Chapó por lo que se lo curran, nos descubrimos ante el esfuerzo que ponen.
PD.: el alojamiento esta vez fue ESPECTACULAR. La ciudad rural, el grupo de casitas de madera, el jardin, la fuente, las flores, la casita del té que parecía un reducto de paz invitan a volver aunque sólo sea a pasar un fin de semana de tranquilidad.
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Mercado Medieval
jueves, 13 de mayo de 2010
Mercado medieval en Aguas Nuevas... y mil follones más.
El pasado fin de semana participamos en el mercado medieval de Aguas Nuevas, al ladito de Albacete... y nos lo pasamos en grande, jeje.
¿Qué decir en pocas palabras? Que el organizador del mercado, Gregorio, de la Asociacion de Artesanos Medievales El Quijote se lo curró y se portó genial con nosotros. Que Pedrín fue una de nuestras estrellas más geniales. Que estrenamos, por fin, la tienda medieval. Que voló el montante y sembró el pánico entre los gañanes malencarados que se atrevieron a importunar a mi dama.... y que el Marqués de Villena impartió justicia como los buenos.
Os pongo el enlace al vídeo-pillada que hizo Fran.
Para el recuerdo nos quedan también las imágenes de Fran y de Javi Ochoa con la armadura puesta ¡Qué respeto daban, oiga!, de Carlos y Lorena, de Javi y su nuevo buga, de Raquel y de David repartiendo cultura entre los jóvenes, de Lucio con su hábito de la Orden de Santiago, de Manolo pegándose con el guardaespaldas del Marqués de Villena, de un combate múltiple... de tantos güenos recuerdos y experiencias que esperamos volver a repetir muy pronto.
Una pena el maldito mal tiempo que tanto perjudicó a los artesanos y comerciantes. Esa fue, con diferencia, la única nota negativa.
El resto, para enmarcar.
¿Qué decir en pocas palabras? Que el organizador del mercado, Gregorio, de la Asociacion de Artesanos Medievales El Quijote se lo curró y se portó genial con nosotros. Que Pedrín fue una de nuestras estrellas más geniales. Que estrenamos, por fin, la tienda medieval. Que voló el montante y sembró el pánico entre los gañanes malencarados que se atrevieron a importunar a mi dama.... y que el Marqués de Villena impartió justicia como los buenos.
Os pongo el enlace al vídeo-pillada que hizo Fran.
Para el recuerdo nos quedan también las imágenes de Fran y de Javi Ochoa con la armadura puesta ¡Qué respeto daban, oiga!, de Carlos y Lorena, de Javi y su nuevo buga, de Raquel y de David repartiendo cultura entre los jóvenes, de Lucio con su hábito de la Orden de Santiago, de Manolo pegándose con el guardaespaldas del Marqués de Villena, de un combate múltiple... de tantos güenos recuerdos y experiencias que esperamos volver a repetir muy pronto.
Una pena el maldito mal tiempo que tanto perjudicó a los artesanos y comerciantes. Esa fue, con diferencia, la única nota negativa.
El resto, para enmarcar.
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sábado, 10 de abril de 2010
Participando en Gaibiel.
Por mediación de Enrique, este domingo santo partipamos en un mercado medieval en Gaibiel, en la provincia de Castellón.
Os ponemos los enlaces a los vídeos de youtube, a ver si os gustan.
Saludos!
El torneo de la mañana.
http://www.youtube.com/watch?v=WaqbfsVRvt0
El rapto de la tarde.
http://www.youtube.com/watch?v=HvL3ndToBao&feature=related
Os ponemos los enlaces a los vídeos de youtube, a ver si os gustan.
Saludos!
El torneo de la mañana.
http://www.youtube.com/watch?v=WaqbfsVRvt0
El rapto de la tarde.
http://www.youtube.com/watch?v=HvL3ndToBao&feature=related
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Gaibiel 2010,
Gloria Victis
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Hola a tod@s!
Bienvenidos a mi mundo! Espero que os guste y podemas compartir experiencias y aficiones. Espero vuestros comentarios.