El sábado 29 de agosto, Rakel y yo dimos por terminadas las vacaciones a lo grande: Conciertazo de Manolo García en Albacete. Para Rakel era la primera vez a asistía a un concierto de Manolo, y se lo pasó en grande. Tanto es así, que últimamente no hace más que tararear las canciones del último disco, jejeje.
Esa sorpresa ante tu primer concierto de Manolo García es algo único, que no se puede describir. Es en directo cuando se descubre la personalidad de cada canción de este músico loco, cuando las dota de vida, de energía. Si en grabación te gusta, en directo te apasiona. No te esperas que sea tan sencillo, tan espontáneo. Ni se te pasa por la cabeza que se va a meter –literalmente- entre el público. No te crees que esté escalando por la estructura metálica del escenario ni que se tire desde el mismo para que lo cojan. Es divertido, es uno más del concierto. Te hace sentir parte de la fiesta. Y miras a tu alrededor y ves que la plaza se ha puesto en pie y que ya no se va a sentar….
Por mi parte, decir que llevo la música de Manolo en mi sangre desde que empecé a salir, a mis dieciséis añitos (y tengo ya otros veinte más). Aún recuerdo mi primer concierto, cuando aún era parte del Último de la Fila. Y mi recuerdo de aquel bautizo al directo más auténtico coincide con las experiencias de Rakel del sábado pasado. Manolo, tío, que han pasado veinte años… ¡y sigues hecho un chaval!
Pues a mí también me entusiasmó. Lo ví un poco frío al principio, quizás cansado… pero se fue calentando y fue calentando a todo el personal. Como siempre, se entregó. Y como cada concierto se metió en el bolsillo mi entusiasmo y mi alegría. Por un momento, la felicidad absoluta se adueñó de mí. Yo, que me había propuesto ser un persona adulta (eso de pasar de los treinta se nota, joer), y pasar el concierto en el tendido, sentadito en las gradas…. la madre que me parió. Desde el principio, mis pies ni se estaban quietos ni lo pretendían. Poco a poco les acompañaban mis manos, dando palmaditas en mis muslos. Mis hombros empezaron a moverse y mi cabeza a seguir el ritmo. Hubo un momento en que creí que mi culete, trasero, pompis…. No se iba a despegar del asiento, por muchos botes que estaban dando sobre él…. Pero llegó Insurrección y desde ahí, todo el concierto en píe, bailando como quien baila un chotis… en un ladrillo. Saltos, gritos, uuuuuuuh.
¡Manolo, Manolo, Manolooooooo!
Otro conciertazo. Otro. Y ya no se cuántos van. Rakel y yo lo pasamos en grande, genial. ¿Hellín? Oye, y si va… pos claro ¡Allí estaremos! Oe, oe, oe.
Por cierto, un secretillo olvidado. Cuando hace ya nueve años empezaron a darme sesiones de diálisis tuve que elegir turno. Martes, jueves y sábados o lunes, miércoles y viernes. Por supuesto, elegí la segunda opción. Por que el sábado tenía un concierto de Manolo y quería estar al cien por cien para disfrutarlo. Tío, estás en mi vida desde que recuerdo. Incluso en los malos momentos. Y en todos los buenos.
martes, 2 de septiembre de 2008
Maderuelo 2008
En esta ocasión, acudimos a Maderuelo una auténtica Mesnada. El año anterior Rakel y yo fuimos por primera vez a este bonito pueblo de Segovia con Luis y Virginia y lo disfrutamos en grande y nos propusimos volver acompañados de más amigos. Y lo conseguimos, vaya que sí.
Vinieron, además de Luis y Virginia, que llegaron desde su viaje a Salamanca, Carlos, Manolo y Elena, de Albacete. Y además, el freire David de Villena, armado de archiconocido recordatorium un artefacto infame que el propio Vaticano le ha hecho llegar para recoger e inmortalizar todos nuestros actos contrarios a la Fe.
El viernes nos reunimos en Ayllón, una belleza de pueblo a unos veinte kilómetros de Maderuelo. Ayllón guarda todavía todo su encanto medieval y pasamos la tarde paseando por sus calles, subiendo a la única torre del castillo que queda en pié y huyendo de la tormenta que estalló. Nos refugiamos en el bar Chueca, uno de esos bares donde los mayores juegan a las cartas y ven los toros.
El sábado llegamos a Maderuelo tempranito y nos vestimos con nuestros mejores hierros para participar en el desfile (que el año pasado nos saltamos, jejeje). La arenga de Alberto Carnicero nos llegó al alma y forjó nuestra determinación de defender la villa de Maderuelo de posibles asaltantes, advenedizos que pretendían aprovecharse la desguarnición de la villa por la campaña de Alarcos.
Bajamos a comer a Ayllón después de charlar con los amigos que nos íbamos encontrando y de celebrarlo con alguna cerveza en Los Templarios. Don Ramón de Al-Basit, Señor de la Mesnada de las Tres Estrellas, nos recibió y agradeció nuestro esfuerzo por llegar hasta donde su Mesnada estaba. De hecho, Rakel y yo nos “dispersamos” del grupo y terminamos bebiendo y comiendo a la entrada de la Posada de Maese Toninos, donde nos encontraron los demás.
Tras la comida y la merecida siestecilla, subimos hasta la ermita de Maderuelo, donde nos pertrechamos para entrar en batalla. Este año nos tocó defender otra vez la Ermita de la Vera Cruz de la cabalgada leonesa. Nos atacaron en mitad de la celebración de una Misa de campaña, cuando los templarios, la hueste concejil y las mesnadas amigas estaban desarmadas. Los Mesteños de Al-Basit éramos parte de la guardia de la Misa, así que contuvimos cuanto pudimos a tan infames vellacos, junto con los Hospitalarios y los del Languedoc, pero al final tuvimos que rendirnos, ya que eran mucho más numerosos que nosotros, y dimos por perdido el Ligunm Crucis.
Nos llevaron presos a su retaguardia, pero no todo estaba perdido. Nuestra resistencia había dado tiempo a los templarios y a las huestes amigas para rehacerse. Mientras la Mesnada de las Tres Estrellas y la Hueste de los Lara intentaban recuperar el flanco izquierdo los templarios aguantaban en formación la lluvia de flechas que les caía. Agotadas las flechas, los templarios conquistaron el flanco derecho y nos liberaron. Juntos atacamos a los leoneses por la retaguardia, mientras la hueste concejil iba ganando terreno. Cogimos a los leoneses entre dos filas y, señores, les cayó la del pulpo –medieval-.
Habíamos recuperado el Lignum Crucis y defendido a Maderuelo a base de acero ¡Gloria!
Subimos luego a Maderuelo, a celebrar dignamente nuestra victoria, -el momento parchís queda para el recuerdo- disfrutando los guerreros y el Pater unas cervezas mientras las mujeres se afanaban en comprar en el mercadillo de la plaza. Todos juntos fuimos a ver funcionar el Trebuquete, trabuquete o almajeneque, que demostró, una vez más su terrible poder.
Mientras las mujeres se entretenían en la Plaza, tirando de la Visa Oro medieval –con lo que cuesta ganar maravedíes, escudos, pesetas o euros- Luis de Alcoy, el hermano David de Villena y yo nos dirigimos al campamento de la Mesnada de las Tres Estrellas y Ferruza, a departir con Don Ramón y recoger unas mazas que el armero de Ferruza había hecho para Pepe, de Alicante.
Bajamos a recoger luego al resto de la tropa y decidimos cenar a la orilla del río, para poder ver los lanzamientos nocturnos del trabuquete. Allí compartimos viandas de Alicante, La Mancha y Salamanca, como vino, jamón, chorizo, salchichón, queso al romero, hornazo y pan.
Tras los lanzamientos, nos fuimos a acostar a Ayllón, contentos de tan buen día pasado en tan buena compañía.
A la mañana siguiente, sólo Manolo y yo tuvimos fuerzas para volver a vestirnos de hierros y participaren el desfile, pero lo hicimos luciendo las mazas de Pepe (más que nada para ver si eran cómodas, si quedaban bien en los desfiles…. nada más, no vaya a pensarse que nos gustan tenerlas en las manos ni usarlas.. eh ¿quién hizo esa foto?).
Al terminar el interesante sermón sobre la acidia y otros males por los que se perdió Alarcos, nos tiramos nuestra última cerveza y nos despedimos de todos los amigos que pudimos encontrar. Nos cambiamos de ropa y nos fuimos a Ayllón a comer las sobras de la noche anterior en el “Prado de las Avispas” que queda junto al río. No sé si se llama de verdad así, pero es lo suyo por la cantidad de insectos picosos que pululaban.
Ya veníamos comentando eso de que el año que viene tendremos que alquilar una casa en Maderuelo o similar, para disfrutar aún más de esta fiesta de la que estamos a sentirnos parte.
Vinieron, además de Luis y Virginia, que llegaron desde su viaje a Salamanca, Carlos, Manolo y Elena, de Albacete. Y además, el freire David de Villena, armado de archiconocido recordatorium un artefacto infame que el propio Vaticano le ha hecho llegar para recoger e inmortalizar todos nuestros actos contrarios a la Fe.
El viernes nos reunimos en Ayllón, una belleza de pueblo a unos veinte kilómetros de Maderuelo. Ayllón guarda todavía todo su encanto medieval y pasamos la tarde paseando por sus calles, subiendo a la única torre del castillo que queda en pié y huyendo de la tormenta que estalló. Nos refugiamos en el bar Chueca, uno de esos bares donde los mayores juegan a las cartas y ven los toros.
El sábado llegamos a Maderuelo tempranito y nos vestimos con nuestros mejores hierros para participar en el desfile (que el año pasado nos saltamos, jejeje). La arenga de Alberto Carnicero nos llegó al alma y forjó nuestra determinación de defender la villa de Maderuelo de posibles asaltantes, advenedizos que pretendían aprovecharse la desguarnición de la villa por la campaña de Alarcos.
Bajamos a comer a Ayllón después de charlar con los amigos que nos íbamos encontrando y de celebrarlo con alguna cerveza en Los Templarios. Don Ramón de Al-Basit, Señor de la Mesnada de las Tres Estrellas, nos recibió y agradeció nuestro esfuerzo por llegar hasta donde su Mesnada estaba. De hecho, Rakel y yo nos “dispersamos” del grupo y terminamos bebiendo y comiendo a la entrada de la Posada de Maese Toninos, donde nos encontraron los demás.
Tras la comida y la merecida siestecilla, subimos hasta la ermita de Maderuelo, donde nos pertrechamos para entrar en batalla. Este año nos tocó defender otra vez la Ermita de la Vera Cruz de la cabalgada leonesa. Nos atacaron en mitad de la celebración de una Misa de campaña, cuando los templarios, la hueste concejil y las mesnadas amigas estaban desarmadas. Los Mesteños de Al-Basit éramos parte de la guardia de la Misa, así que contuvimos cuanto pudimos a tan infames vellacos, junto con los Hospitalarios y los del Languedoc, pero al final tuvimos que rendirnos, ya que eran mucho más numerosos que nosotros, y dimos por perdido el Ligunm Crucis.
Nos llevaron presos a su retaguardia, pero no todo estaba perdido. Nuestra resistencia había dado tiempo a los templarios y a las huestes amigas para rehacerse. Mientras la Mesnada de las Tres Estrellas y la Hueste de los Lara intentaban recuperar el flanco izquierdo los templarios aguantaban en formación la lluvia de flechas que les caía. Agotadas las flechas, los templarios conquistaron el flanco derecho y nos liberaron. Juntos atacamos a los leoneses por la retaguardia, mientras la hueste concejil iba ganando terreno. Cogimos a los leoneses entre dos filas y, señores, les cayó la del pulpo –medieval-.
Habíamos recuperado el Lignum Crucis y defendido a Maderuelo a base de acero ¡Gloria!
Subimos luego a Maderuelo, a celebrar dignamente nuestra victoria, -el momento parchís queda para el recuerdo- disfrutando los guerreros y el Pater unas cervezas mientras las mujeres se afanaban en comprar en el mercadillo de la plaza. Todos juntos fuimos a ver funcionar el Trebuquete, trabuquete o almajeneque, que demostró, una vez más su terrible poder.
Mientras las mujeres se entretenían en la Plaza, tirando de la Visa Oro medieval –con lo que cuesta ganar maravedíes, escudos, pesetas o euros- Luis de Alcoy, el hermano David de Villena y yo nos dirigimos al campamento de la Mesnada de las Tres Estrellas y Ferruza, a departir con Don Ramón y recoger unas mazas que el armero de Ferruza había hecho para Pepe, de Alicante.
Bajamos a recoger luego al resto de la tropa y decidimos cenar a la orilla del río, para poder ver los lanzamientos nocturnos del trabuquete. Allí compartimos viandas de Alicante, La Mancha y Salamanca, como vino, jamón, chorizo, salchichón, queso al romero, hornazo y pan.
Tras los lanzamientos, nos fuimos a acostar a Ayllón, contentos de tan buen día pasado en tan buena compañía.
A la mañana siguiente, sólo Manolo y yo tuvimos fuerzas para volver a vestirnos de hierros y participaren el desfile, pero lo hicimos luciendo las mazas de Pepe (más que nada para ver si eran cómodas, si quedaban bien en los desfiles…. nada más, no vaya a pensarse que nos gustan tenerlas en las manos ni usarlas.. eh ¿quién hizo esa foto?).
Al terminar el interesante sermón sobre la acidia y otros males por los que se perdió Alarcos, nos tiramos nuestra última cerveza y nos despedimos de todos los amigos que pudimos encontrar. Nos cambiamos de ropa y nos fuimos a Ayllón a comer las sobras de la noche anterior en el “Prado de las Avispas” que queda junto al río. No sé si se llama de verdad así, pero es lo suyo por la cantidad de insectos picosos que pululaban.
Ya veníamos comentando eso de que el año que viene tendremos que alquilar una casa en Maderuelo o similar, para disfrutar aún más de esta fiesta de la que estamos a sentirnos parte.
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Paiporta 17/08/2008
En esta ocasión, Pepe nos llamó para participar en un desfile en Paiporta (Valencia), en sus Fiestas.
Allí coincidimos Pepe, por supuesto, Luis, Héctor, Pablo, Nestor y yo, como caballeros aguerridos y enchapados, y Rakel, Virginia y Mercedes como abanderadas. Formamos en dos filas, con las chicas abriendo el paso con los estandartes. La idea era que en los espacios adecuados que iríamos seleccionando por el camino, realizaríamos varios combates. Pablo y Nestor, y Luis y Héctor lo hicieron con la espada de mano y media, y Pepe y yo, con espada de una mano y escudo.
Los combates se realizaron sin problemas, con normalidad. Lo único extraño a resaltar es que mi vaina empezó a resbalar y resultarme incómoda. Al final, me la quité y la llevé en la mano.
La gente fue muy agradable. Preguntaban cosas, tocaban nuestras cotas de malla y sonreían con complicidad al decirnos “Menudo calor estaréis pasando con eso encima”. Los niños eran geniales, menudas caras de asombro al vernos.
Al final, acabamos derrengados de puro cansancio. No sé a Pepe, pero a mí la aventura de Ferrol ¡aún me estaba pasando factura!
Luis y Virginia, unos amigos geniales, nos acogieron en su casa de Alcoy, lo que nos ahorró el viaje de vuelta de madrugada y nos regaló el placer de su compañía una vez más.
Allí coincidimos Pepe, por supuesto, Luis, Héctor, Pablo, Nestor y yo, como caballeros aguerridos y enchapados, y Rakel, Virginia y Mercedes como abanderadas. Formamos en dos filas, con las chicas abriendo el paso con los estandartes. La idea era que en los espacios adecuados que iríamos seleccionando por el camino, realizaríamos varios combates. Pablo y Nestor, y Luis y Héctor lo hicieron con la espada de mano y media, y Pepe y yo, con espada de una mano y escudo.
Los combates se realizaron sin problemas, con normalidad. Lo único extraño a resaltar es que mi vaina empezó a resbalar y resultarme incómoda. Al final, me la quité y la llevé en la mano.
La gente fue muy agradable. Preguntaban cosas, tocaban nuestras cotas de malla y sonreían con complicidad al decirnos “Menudo calor estaréis pasando con eso encima”. Los niños eran geniales, menudas caras de asombro al vernos.
Al final, acabamos derrengados de puro cansancio. No sé a Pepe, pero a mí la aventura de Ferrol ¡aún me estaba pasando factura!
Luis y Virginia, unos amigos geniales, nos acogieron en su casa de Alcoy, lo que nos ahorró el viaje de vuelta de madrugada y nos regaló el placer de su compañía una vez más.
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