martes, 2 de septiembre de 2008

Concierto de Manolo García en Albacete

El sábado 29 de agosto, Rakel y yo dimos por terminadas las vacaciones a lo grande: Conciertazo de Manolo García en Albacete. Para Rakel era la primera vez a asistía a un concierto de Manolo, y se lo pasó en grande. Tanto es así, que últimamente no hace más que tararear las canciones del último disco, jejeje.

Esa sorpresa ante tu primer concierto de Manolo García es algo único, que no se puede describir. Es en directo cuando se descubre la personalidad de cada canción de este músico loco, cuando las dota de vida, de energía. Si en grabación te gusta, en directo te apasiona. No te esperas que sea tan sencillo, tan espontáneo. Ni se te pasa por la cabeza que se va a meter –literalmente- entre el público. No te crees que esté escalando por la estructura metálica del escenario ni que se tire desde el mismo para que lo cojan. Es divertido, es uno más del concierto. Te hace sentir parte de la fiesta. Y miras a tu alrededor y ves que la plaza se ha puesto en pie y que ya no se va a sentar….

Por mi parte, decir que llevo la música de Manolo en mi sangre desde que empecé a salir, a mis dieciséis añitos (y tengo ya otros veinte más). Aún recuerdo mi primer concierto, cuando aún era parte del Último de la Fila. Y mi recuerdo de aquel bautizo al directo más auténtico coincide con las experiencias de Rakel del sábado pasado. Manolo, tío, que han pasado veinte años… ¡y sigues hecho un chaval!

Pues a mí también me entusiasmó. Lo ví un poco frío al principio, quizás cansado… pero se fue calentando y fue calentando a todo el personal. Como siempre, se entregó. Y como cada concierto se metió en el bolsillo mi entusiasmo y mi alegría. Por un momento, la felicidad absoluta se adueñó de mí. Yo, que me había propuesto ser un persona adulta (eso de pasar de los treinta se nota, joer), y pasar el concierto en el tendido, sentadito en las gradas…. la madre que me parió. Desde el principio, mis pies ni se estaban quietos ni lo pretendían. Poco a poco les acompañaban mis manos, dando palmaditas en mis muslos. Mis hombros empezaron a moverse y mi cabeza a seguir el ritmo. Hubo un momento en que creí que mi culete, trasero, pompis…. No se iba a despegar del asiento, por muchos botes que estaban dando sobre él…. Pero llegó Insurrección y desde ahí, todo el concierto en píe, bailando como quien baila un chotis… en un ladrillo. Saltos, gritos, uuuuuuuh.

¡Manolo, Manolo, Manolooooooo!

Otro conciertazo. Otro. Y ya no se cuántos van. Rakel y yo lo pasamos en grande, genial. ¿Hellín? Oye, y si va… pos claro ¡Allí estaremos! Oe, oe, oe.

Por cierto, un secretillo olvidado. Cuando hace ya nueve años empezaron a darme sesiones de diálisis tuve que elegir turno. Martes, jueves y sábados o lunes, miércoles y viernes. Por supuesto, elegí la segunda opción. Por que el sábado tenía un concierto de Manolo y quería estar al cien por cien para disfrutarlo. Tío, estás en mi vida desde que recuerdo. Incluso en los malos momentos. Y en todos los buenos.

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