miércoles, 15 de abril de 2009

Pascua 2009

Desde hace ya más años de los que recuerdo, creo que desde 1989 –jups, como pasan los años-, celebro la Semana Santa de una forma algo distinta a lo habitual. Junto con un grupo de jóvenes que hemos ido madurando a lo largo de este tiempo –también se le podría llamar “envejecer”, jejeje- nos retiramos del mundanal ruido propio de estas fiestas a la Casita, una granja-escuela que está en Casas de Juan Núñez, a intentar vivir la Semana Santa, a lo que se viene llamando una Pascua Joven.


Desde hace ya tres años Raquel me acompaña, y se ha enganchado hasta el punto de haber sido ella la que este año ha tirado de mí para asistir, ya que yo no estaba demasiado animado. Gracias Raquel, cariño.

La alegría, la fraternidad, la esperanza, son los sentimientos que más se dejan percibir en estos días. Personalmente, también experimento la satisfacción de ver a las chicas y chicos que he acompañado como catequista convertidos en personitas adultas, responsables –algunos ya han terminado sus carreras- y capaces de asumir el reto de impartir una catequesis o de decorar la ermita.




¿Qué se puede decir de esta forma de vivir la Pascua? Pues, sobre todo, que es nuestra forma de hacerlo. De la mano del cura, Javier, celebramos la cena del Señor, la pasión y la Vigilia Pascual. Pero además, recibimos catequesis, rezamos laudes y vísperas, cantamos y convivimos en un ambiente muy de familia, muy de amigos íntimos.

Cada año, cada uno vive la Pascua de forma muy distinta. Nuestras realidades han ido cambiando a lo largo del tiempo: de casi niños para los que la Pascua es una forma de escapar por unos días del control de los papás, hasta los más mayores que la viven con el cansancio y el esfuerzo que supone dejar la comodidad de su casa. Entre medias, los que han aprendido a ser papás, los que vivimos el eterno complejo de Peter Pan (entre los que me incluyo, qué narices), los jóvenes que están despertando a la vida adulta… todos vivimos la Pascua juntos.

De esta Pascua 2009, me quedo con el mensaje de la catequesis de la Esperanza, que dio Mariado: no pararse. A lo mejor este año ha sido para mí un año de parón –a nivel de fe- y, a lo mejor, tengo que volver a ponerme en marcha. Ya he quemado la etapa de mi vida como voluntario de la Hospitalidad y es tiempo de ir buscando un nuevo sitio donde poder aportar lo que buenamente pueda. No sé porqué, algo me dice que volver a ser catequista es una opción que no debo descartar, pero decidirlo tan temprano me parece un poco precipitado. De momento, me dedicaré a ir arrancando, poco a poco, a ir recargando las pilas que tan gastadas se habían quedado, hasta que encuentre dónde poder aportar algo. Gracias, Maríado, por el mensaje. :)

El otro mensaje que me quedó lo dio Javier a lo largo de toda la Pascua: la fe, ya que tenemos la suerte de compartirla y de compartir la convicción de cómo se debe vivir, debe ser algo de pareja, de común acuerdo. Que Raquel y yo debemos ir animándonos el uno al otro para no dejar de lado las misas de los sábados ni las reuniones de los viernes. Que juntos lo haremos mejor, como en todo.



Una de las mayores alegrías es ver a los amigos con los que, por vivir en ciudades distintas, sólo coincidimos de Pascua en Pascua: vienen de Castellón, de Gandía, de Ciudad Real, de Madrid, para vivir esta experiencia que es lo único que tenemos en común.

Una de las actitudes que más proliferan estos días por la Casita es el servicio. Cada uno se responsabiliza de ayudar a los demás en todo lo que puede, ya sea preparando la ermita, limpiando las mesas o sirviendo la comida. Y se hace con alegría y sin escaquearse. Como debe de ser, oiga.


La Pascua ha estado presente en mi vida desde que recuerdo. La Pascua vivida como experiencia de oración, de fraternidad, de alegría, de esperanza… ha sido mi motor en las dificultades que me he ido encontrando, y la que me ha hecho ir madurando mi forma de ver la vida y de intentar vivirla. Me ha enseñado que no soy mejor que nadie; que se puede vivir desde el servicio; porque ser cristiano es más que celebrar, es servir; que el bueno humor, y la alegría, son consecuencia de haber aprendido que Dios nos quiere sin límites y sin condiciones.

¡RESUCITÓ!

3 comentarios:

JoseVi dijo...

Ya veo lo bien que lo pasasteis. Yo disfruto mucho en familia y cuido mucho el hablar con padres y hermanos. La verdad es que mi vida ademas de ellos hay un par de amigos y cuanta gente conozco de los deportes qeu practico. Casi no me paso por internet por eso y lo prefiero asi.

Hoy he tenido una chispita de luz XD, deberia creer mas.

Un abrazo, nos veremos en Almansa :)

andres puerto dijo...

que mnejor manera que desde "el sitio de lucyo" para expresar mi agradecimiento a lucio y a raquel por la sencillez, vitalidad y alegría que siempre me han transmitido.
un fuerte abrazo para unos amigos muy especiales.

Lucio. dijo...

Josevi, amigo, la luz a veces la buscamos y a veces nos la encontramos. Pero siempre está ahí. Sólo hay que querer verla :)

Andrés, hermanico, quién nos iba a decir en aquellas Pascuas de hace ¿quince años? que hoy aún estaríamos hablando de nuestra fe y de nuestra forma de intentar mejorar el mundo. Hemos crecido juntos, lucharemos juntos.
Gracias por transmitirnos tu inquebrantable sentido de la responsabilidad, tío.

Hola a tod@s!

Bienvenidos a mi mundo! Espero que os guste y podemas compartir experiencias y aficiones. Espero vuestros comentarios.