La noticia de la visita de Ysabel de Castilla y Fernando de Aragón atrajo a multitud de personajes hacia Chinchilla, y de muy distinta condición. Una más de las damas de la baja nobleza fue Blanca de Villena, apadrinada del Maestre de la Orden de Santiago, Alonso de Cárdenas. Éste mandó recado a su ahijada de acudir a la ciudad de Chinchilla. Doña Blanca marchó hacia la ciudad acompañada de su séquito y de sus escoltas, fieros caballeros santiaguistas, curtidos en mil batallas.
Pero la visita real también atrajo un alianza de malhechores: un guerrero enorme, con la cara siempre cubierta por una misteriosa celada y en cuyo escudo figura el emblema del primer Marqués de Villena, que comanda una horda de ex-soldados marquesinos expulsados de la fortaleza chinchillana por Ysabel de Castilla; un grupo de guerreros árabes, deseosos de venganza, escapados de las últimas derrotas propiciadas por el reyno de Castilla y Aragón a los reinos de taifas; y un grupo de rufianes, asaltacaminos y mercenarios liderados por ballestero sin piedad.
Entre todos, planeaban secuestrar a Doña Blanca de Villena para pedir un cuantioso rescate, algo muy común en el siglo casi dieciséis. Para ello no podrían reparos en pasar a cuchillo a todo el pueblo, si fuera necesario.
Pero el destino y el azar, que siempre juegan curiosas partidas de ajedrez, darán una oportunidad de torcer estos planes a las buenas gentes en forma de un muchacho, casi un niño, por estar donde no hubiera debido estar en el momento más inadecuado.
¿Aprovecharán Doña Blanca de Villena, sus guerreros, el pueblo llano que vive en torno a la fortaleza y los soldados de la Santa Hermandad que vigilan los caminos de Chinchilla esta oportunidad? ¿O caerán bajo el filo de la espada de la terrible alianza de malhechores?
Queremos agradecer a todos los amigos que han colaborado en darle forma a esta idea, especialmente a David y a Ana todo su esfuerzo y su buen hacer. A los amigos que soportaron la casi tormenta del sábado por la tarde y el sol de justicia del domingo su saber estar y su buen humor. Al ayuntamiento de Chinchilla por dejarnos rodar en su bello pueblo. Al grupo de Teatro de Chinchilla por prestarnos algunas vestimentas. Y a todos los que nos animaron a pesar de lo difícil que parecía darle forma a esta idea con presupuesto cero y sin ánimo de lucro. Y muchísimas gracias a los amigos que vinieron desde Alicante, Villena, Alcoy y Onteniente, por todo lo anterior y por la panzada a kilómetros que se tragaron.
A todos, muchísimas gracias.
Y gracias a Pedro y Sandra que demostraron que es falsa la frase de “no se puede rodar con niños”. Ambos interpretaron perfectamente, y ambos se portaron genial. Pero, sobre todo Pedro que tuvo más escenas y al que más de una vez vimos concentrándose para meterse en el papel que nuestro director le iba pidiendo. Pero qué bien lo hizo el condenaó del chaval. Hay que reconocerlo.